MANTENGÁMONOS LIMPIOS.
No participes en pecados ajenos. Consérvate puro. 2 Timoteo 5:22
Un escritor que visitó una mina de carbón notó una planta perfectamente blanca que crecía junto a la entrada. El escritor y los otros visitantes que lo acompañaban se quedaron de que allí, donde el polvo soplaba constantemente y se posaba, aquella plantita fuse tan pura y tan blanquita.
Mientras la gente observaba, un minero tomó un poco de polvo negro del carbón y lo tiró encima de la plantita, pero no se le pegó ni una partícula. Los visitantes repitieron el experimento, pero el polvo no se pegaba. Nada pudo manchar la blancura de nieve de la planta.
Esto ilustra lo que debería de ser la vida de todo cristiano. Vivimos en un mundo de maldad rodeados por influencias impías. Es nuestra misión ser puros en medio de toda esta mugre y guardarnos sin mancha del mundo. ¿Cómo es esto posible?
Enoc vivió en los días anteriores al diluvio, una época en que <vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal> (Gen 6:5). No obstante, la Biblia nos dice que <caminó Enoc con Dios…. Trescientos años> (5:22)
Si el Señor puede mantener una planta blanca como la nieve en medio de nubes de polvo negro, ¿no puede por su gracia mantener tu corazón puro en este mundo de pecado?
VIVIMOS EN EL MUNDO, PERO EL MUNDO NO DEBE VIVIR EN NOSOTROS.
Lectura: Génesis 5:18-24