EL DOLOR QUE PERFECCIONA


Más el Dios de toda gracia… os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca. 1Pedro 5:10

EL DOLOR QUE PERFECCIONA

Como hijos del Padre celestial podemos dar gracias por qué El nos ama lo suficiente  como para disciplinarnos. Todo lo que nos manda o  lo que permite en nuestras vidas es “para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad” (He. 12:10)

En el libro Flashes of thrut (destellos de verdad), James Duff escribe: Los colores que se pintan en la vajilla se pegan al barro con fuego. Se dice que lo que ha de convertirse en un color dorado en el artículo acabado es un líquido oscuro antes de que se le aplique el fuego. Las primeras dos o tres aplicaciones de calor, borran todo rastro de color, el cual tiene que renovarse una y otra vez.

Así sucede con la manera en que Dios trata con nosotros. No bien termina Dios de hacer una obra en nosotros cuando nos mete en el horno de fuego del dolor o la tristeza… ¿para qué? Para que por el fuego, la belleza del carácter -la obra del alfarero celestial- pueda ser permanente en nosotros.

¿Te encuentras el en horno de la aflicción? Recuerda, el Padre celestial te ama. Si no te mara te estaría ignorando. En su gran sabiduría está obrando para perfeccionarte, afirmarte, fortalecerte, y establecerte (1Pedro 5:10). Por tanto, aunque no entiendas sus caminos, puedes confiar en Él y estar agradecido porque permite el dolor que perfecciona.

EL CARÁCTER DE UN CRISTIANO, AL IGUAL QUE UNA HERMOSA GEMA, SE FORMA POR PRESIÓN Y SE PULE POR FRICCIÓN

DIOS PUEDE HACER MILAGROS II


Testificando Dios juntamente con ellos, con... diversos milagros… según su voluntad. Hebreos 2:4

DIOS PUEDE HACER MILAGROS II.

No podemos encajonar a Dios. Él muestra al mundo su poder sobrenatural según  su propia voluntad, no la nuestra, y a veces de una manera que no parece milagrosa.

En la película basada en la novela The robe (la Túnica),  Un Centurión romano llamado Marcellus se quedó perplejo mientras miraba a una mujer paralítica tocando la lira y cantando alabanzas a Dios. Le dijeron que cuando ella tenía 15 años se había quedado paralítica y que eso la había amargado mucho. Sin embargo, cuando conoció a Cristo, fue transformada en una mujer llena de gozo. “Pero todavía no puede caminar” - protestó Maecellus enojado-. Si Jesús tiene un poder tan grande, ¿por qué no la curó? -¡La curó!- fue la respuesta.

Un  discípulo de nuestros días llamado Miguel tiene un testimonio similar. Aunque está paralítico y confinado a una silla de ruedas, viaja por todo el mundo en el poder vigorizador de Cristo y para su causa. Siempre que la gente le pregunta por qué Dios no lo ha sanado, él contesta: “Estoy curado, ¡es sólo que no puedo caminar!”

En el pasado, Dios autenticó a sus mensajeros con señales, maravillas, milagros y dones del Espíritu Santo (Heb 2:4).  Hoy, la mayor demostración del poder de Dios es el milagro del nuevo nacimiento y las vidas transformadas. ¿El mundo que nos observa, ve en nosotros que Dios obra milagros?

Hoy la tendencia es ver qué hace Jesús fuera de la persona, pero la obra más grande de Cristo se encuentra en tu corazón, allí ocurre el más grande milagro. ¡Dios hace milagros! Que no quepa duda.

CUANDO JESÚS PRODUCE EN TI UNA DIFERENCIA, TÚ PRODUCES UNA DIFERENCIA EN EL MUNDO.