El agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna. Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. Juan 4:14; 7:37
La fuente de las jóvenes
En la antigua Roma existía una fuente llamada <<Fons puellarum>>, es decir, la fuente de las jóvenes. Se podía ver como el agua salía de la tierra, se abría paso y se ensanchaba hasta su desembocadura en el río Tíber. Pero, con el transcurso de los siglos, toneladas de residuos de todo tipo taponaron la salida de la fuente, quedando completamente sellada.
Hace algunos años empezaron las excavaciones en los sitios históricos de ese barrio de Roma. Capa por capa evacuaron los residuos allí amontonados. Con picos y palas se trabajaba profundamente hasta que una buena mañana un golpe con el pico hizo brotar un chorro de agua cristalina. Entonces el agua empezó a manar como en otros tiempos.
Este relato desgraciadamente puede ser una analogía de nuestro estado espiritual. Poco a poco la fuente de agua fresca de la vida divina que brotaba de nosotros y que refrescaba los demás se redujo a un chorrito de agua intermitente, y por último se agotó. ¿Qué sucedió? Así como los escombros taparon la fuente, en nosotros se pueden acumular pensamientos impuros, tentaciones, deseos opuestos a la voluntad de Dios, a tal punto que la verdadera agua no puede salir más a la superficie. Pero gracias al Espíritu Santo que actúan nuestros corazones, podemos liberarnos de los desechos que se acumularon. Así permitiremos que el agua pura de la fuente divina vuelva a brotar.
Lectura: 2 Samuel 6 - Mateo 27:1-31 - Salmos 22: 12-15 – Proverbios 9:1-6