Devocional 2011-06-30

No matarás. Éxodo 20:13

El Señor mata, él da vida; El hace descender al Seol, y hace subir.  
1 Samuel 2:6

En mi angustia invoqué al Señor, y clamé a mi Dios; él oyó mi voz desde su templo… Me sacó de las muchas aguas.  2 Samuel 22:7, 17

6° mandamiento: Respeta la vida
El sexto mandamiento: “No matarás”, aborda un tema fundamental: la vida. El autor de la vida es Dios (Génesis 2:7). Sólo a él corresponde dar la vida o quitarla: “El Señor mata, y él da vida” (1 Samuel 2:6). Por ello Dios prohíbe al hombre poner fin a la vida, ya sea su propia vida o la de otro. Mediante este mandamiento condena el homicidio voluntario, es decir, el asesinato deliberado. Ahora bien, vivimos en un mundo violento en donde asesinatos y suicidios van en aumento.

El hombre moderno se arroga el derecho de señorear sobre la vida y la muerte. Acabar con la vida es cada vez más tentador para resolver los problemas humanos. Por medio del aborto se destruye el principio de una vida, una vida que alguien consideró indeseada. La eutanasia se propone para terminar, antes de su término natural, con sufrimientos y minusvalías difíciles de soportar. El suicidio es el homicidio de uno mismo, y tiene lugar cuando el individuo llega a preferir la muerte a la vida. Satanás, el padre de mentira y homicida desde el principio (Juan 8:44), hace creer que no hay otras soluciones a estas situaciones desesperantes.
Dios tiene exigencias, pero también ha reservado respuestas de misericordia y gracia insospechables para aquellos que confían en él.

(Mañana continuará)

Lectura: 2 Samuel 15 – Hechos 6 – Salmos 25:11-15 – Proverbios 10:11-12

Devocional 2011-06-29


Levantad en alto vuestros ojos, y mirad quién creó estas cosas.  Isaías 40:26

Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo. Hebreos 1:1-2

Mirar hacia el cielo
Mi hijo observaba en la portada de su libro de filosofía una foto de la escultura de «El Pensador», de A. Rodin (1840-1917). Esta célebre estatua representa a un hombre musculoso sentado en el borde de una roca, con la cabeza apoyada en la mano derecha y la mirada fija en el suelo. Entonces pregunté a mi hijo: – ¿Qué opinas de esta escultura?
–Parece como si tuviese preocupaciones.
–Es cierto. Dan ganas de decirle: ¡Incorpórate! ¡No busques en ti mismo la solución, levanta la cabeza y mira hacia el cielo!

Muchos filósofos y pensadores han escrito sus reflexiones sobre la vida a partir de investigaciones que tienen como base sus propios pensamientos. Algunos incluso llegaron a construir su propio sistema, el cual nunca llegó a ser realmente convincente.

¿Por qué existe ese estancamiento? Porque la clave del misterio de la existencia no puede venir del hombre. Este último tiene que mirar a Aquel que lo creó, a Dios mismo. Sólo Dios conoce perfectamente el significado de la vida de los seres humanos que ha creado.
Dios, ¿Guardó este conocimiento para sí mismo? No. Él se dio a conocer al hombre, en otro tiempo por medio de los profetas y luego por su Hijo Jesucristo. Mandó escribir la Biblia, su Palabra. A todos los que creen en él les dio no solamente la vida eterna, sino también “el Espíritu que proviene de Dios” (1 Corintios 2:12).
Lectura: 2 Samuel 14 – Hechos 5: 17-42 – Salmos 25:6-10 – Proverbios 10:9-10

Devocional 2011-05-28

No temáis vosotras; porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, pues ha resucitado. Mateo 28:5-6

Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Filipenses 4:6

No temáis
A menudo Jesús dijo a sus discípulos: “No temáis”. Temieron cuando él se les acercó andando sobre el mar, porque no lo reconocieron (Mateo 14:27). No estaban seguros de que éste fuese realmente Jesús. También tuvieron miedo cuando fue arrestado, y al ver que había resucitado se asustaron aún más (Lucas 24:37). ¡Pero qué paz sintieron cuando él les habló!
¿De qué no debemos tener miedo? Primeramente de la verdad sobre nosotros mismos. Un día Pedro tomó realmente conciencia de esta verdad, y dijo a Jesús: “Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador”. Entonces él le respondió: “No temas” (Lucas 5:8, 10). El ser conscientes de nuestras faltas sólo puede horrorizarnos ante la absoluta santidad de Dios. Pero el Dios santo también es un Dios de amor que perdona y borra las faltas del que acude a él por la fe.
Tampoco temamos a los hombres, ni al futuro, sino confiemos cada vez más en el Señor. Que podamos decir: “El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre” (Hebreos 13:6). La única persona a la que debemos temer es a Dios (1 Pedro 2:17). No se trata de tenerle miedo, sino de respetarlo, siendo conscientes de su presencia, temiendo desagradarle. El temor de Dios, que va a la par de la confianza en él, es la única verdadera solución contra todo tipo de miedo que nos oprima.
Lectura: 2 Samuel 13 – Hechos 5:1-16 – Salmos 25:1-5 – Proverbios 10:7-8

Devocional 2011-06-09



Dios, Dios mío eres tú; de madrugada te buscaré; mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, en tierra seca y árida donde no hay aguas.
Salmo 63:1


El oxígeno del creyente
Una pequeña araña de zonas pantanosas, llamada argironeta o araña acuática, vive bajo el agua como un buzo. Allí, entre las plantas acuáticas, teje una especie de campana de inmersión impermeabilizada que llena de aire. Esta araña de agua sube a la superficie regularmente para ir a buscar oxígeno en forma de pequeñas burbujas que transporta en los pelos hidrófugos de su abdomen.
De este modo llena de aire su habitáculo submarino en donde vive y se reproduce.
Creyentes, tomemos el ejemplo de este pequeño insecto. Somos llamados a vivir, a trabajar, a criar a nuestros hijos en un mundo en donde la atmósfera moral a menudo es irrespirable. La Biblia nos dice que el mundo está sumergido en el mal (1 Juan 5:19).
Para sobrevivir en un entorno así necesitamos subir regularmente a la superficie, a fin de renovar nuestra provisión de aire celestial, sin el cual nos asfixiaríamos. La lectura regular de la Biblia y la oración nos permiten mantener nuestra relación con el cielo. Si nos falta este «oxígeno» del cielo, nuestra alma corre el riesgo de debilitarse, pues lo necesita constantemente. Incluso antes de empezar nuestras actividades diarias, tomémonos el tiempo necesario para alimentar nuestra alma de la Palabra de Dios. Las reuniones cristianas, ahí donde Jesús ha prometido su presencia (Mateo 18:20), son también lo que podríamos llamar «campanas de oxígeno». ¡Visitémoslas con regularidad!
Lectura: 2 Samuel 12 – Hechos 4 – Salmos 24:7-10 – Proverbios 10:5- 6

Devocional 2011-06-08

¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si subiere a los cielos, allí estás tú… Si tomare las alas del alba y habitare en el extremo del mar, aun allí me guiará tu mano, y me asirá tu diestra. Si dijere: Ciertamente las tinieblas me encubrirán; aun la noche resplandecerá alrededor de mí.
Salmo 139:7-11

La presencia de Dios

Cuando éramos pequeños se nos decía que Dios estaba en el cielo. Nos daba la impresión de que estaba muy lejos. La Biblia afirma que Dios está en el cielo y el hombre en la tierra (Eclesiastés 5:2), pero es para subrayar la diferencia radical que existe entre el Creador y las criaturas. Dios sobrepasa infinitamente nuestros pensamientos, pues es el Dios de majestad y de gloria. Al mismo tiempo Dios está presente en todo el Universo; no hay lugar que escape a su mirada. Está ahí donde nos encontramos. No estamos fuera de la presencia de Dios ni un segundo. Sin él no podríamos respirar ni un solo instante. Y cuando nos olvidamos de Dios o nos alejamos de él, sentimos un vacío, un malestar y una extraña tristeza. Si queremos vivir gozosos, debemos aprender a vivir, por la fe, en la presencia de Dios.

Amigos creyentes, ¿No es reconfortante, y a la vez nos hace responsables, saber que Dios siempre está presente? Está ahí cuando nos levantamos por la mañana y cuando nos acostamos por la noche. Siempre permanece a nuestro lado. Asistió a nuestro nacimiento, e incluso antes nos conocía por nuestro nombre. Y cuando muramos también estará muy cerca de nosotros para conducirnos a su presencia, en donde disfrutaremos de su presencia bienaventurada, sin sombra alguna.
Lectura: 2 Samuel 11 – Hechos 3 – Salmos 24:1-6 – Proverbios 10:3-4

Devocional 2011-06-02

Sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando se ha manifestado Jesucristo. 1 Pedro 1:7
El señor al que ama, disciplina. Hebreos 12:6
¿Acero templado o chatarra sin valor?
El viejo Herrero creyente le gustaba hablar de su fe a sus clientes. Cierto día uno de ellos le preguntó: explícame  por qué tu Dios, de quien dices que es todo amor, ha permitido que pases por tantas pruebas.
Recogiendo un trozo de hierro, el herrero respondió: para que esté trozo de hierro sea útil es necesario que se vuelva resistente. Para ello lo paso por el fuego a una temperatura muy alta. Después lo pongo en el yunque y lo martilleo una o dos veces. Se resiste, lo sumerjo en el agua, a continuación lo vuelvo pasar por el fuego y nuevamente lo pongo en el yunque. Con este proceso llamado temple, el hierro se endurece y puedo sacar algo útil. Pero si no soporta el proceso, lo echo al montón de chatarra. Asimismo, Dios me pone a prueba para ver si soporto el temple. Acepto mis dificultades lo más tranquilo posible y oro cada día: señor pruébame si es necesario, sea como sea fortalece mi fe.
Está claro que Dios tiene compasión de nosotros, sus hijos; no nos rechaza como un trozo de hierro inútil. Pero él permite que pasemos por dificultades, incluso por "el fuego" precisamente para consolidar nuestra fe y formarnos para su servicio. Así nos volvemos más fuertes por medio de las pruebas, si dejamos que el señor nos transforme. No nos desanimemos; más bien pongamos la mirada en el objetivo.
Lectura: 2 Samuel 10 – Hechos 2 – Salmos 23 - Proverbios 10:1-2

Devocional 2011-06-01


Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que el Señor tu Dios te da. Éxodo 20:12
Oye a tu padre, a aquel que te engendró; y cuando tu madre envejeciere, no la menosprecies. Proverbios 23:22
5° mandamiento: Honrar a los padres.
Este quinto mandamiento trata de la relación entre padres e hijos. La familia es la estructura social más importante de la sociedad; es el escenario en el que un padre y una madre transmiten  la vida y ofrecen a cada hijo los cuidados efectivos y materiales que le permitirán crecer. Los valores morales y espirituales también son transmitidos en este círculo. Un hijo amado aprende a amar, a vivir con los demás y a compartir. A cambio de todos los cuidados que recibe el hijo, Dios  le pide que honre a sus padres, es decir, que los estime dignos de amor, de respeto y de atenciones. Cuanto más armoniosa haya sido la relación entre padres e hijos, tanto más fácil resultará para el hijo honrar a sus padres. Eso no excluye que surjan ciertos desacuerdos entre generaciones, pero serán superados en mutuo respeto.
Desgraciadamente asistimos a una decadencia de las relaciones familiares, consecuencia de una degradación moral y espiritual. A menudo los niños se mofan de la autoridad paterna, y muchos de los hijos adultos ya no honran a sus padres. Cada vez más padres envejecen y mueren en la soledad. En nuestra sociedad, caracterizada por la pérdida de referencias y que rechaza la autoridad, Este quinto mandamiento, el único que va acompañado de una promesa, es de gran actualidad (Efesios 6:1-3).
Lectura: 2 Samuel 9 – Hechos 1 – Salmos 22: 25-31 - Proverbios 9:13-18