¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si subiere a los cielos, allí estás tú… Si tomare las alas del alba y habitare en el extremo del mar, aun allí me guiará tu mano, y me asirá tu diestra. Si dijere: Ciertamente las tinieblas me encubrirán; aun la noche resplandecerá alrededor de mí.
Salmo 139:7-11
La presencia de Dios
Cuando éramos pequeños se nos decía que Dios estaba en el cielo. Nos daba la impresión de que estaba muy lejos. La Biblia afirma que Dios está en el cielo y el hombre en la tierra (Eclesiastés 5:2), pero es para subrayar la diferencia radical que existe entre el Creador y las criaturas. Dios sobrepasa infinitamente nuestros pensamientos, pues es el Dios de majestad y de gloria. Al mismo tiempo Dios está presente en todo el Universo; no hay lugar que escape a su mirada. Está ahí donde nos encontramos. No estamos fuera de la presencia de Dios ni un segundo. Sin él no podríamos respirar ni un solo instante. Y cuando nos olvidamos de Dios o nos alejamos de él, sentimos un vacío, un malestar y una extraña tristeza. Si queremos vivir gozosos, debemos aprender a vivir, por la fe, en la presencia de Dios.
Amigos creyentes, ¿No es reconfortante, y a la vez nos hace responsables, saber que Dios siempre está presente? Está ahí cuando nos levantamos por la mañana y cuando nos acostamos por la noche. Siempre permanece a nuestro lado. Asistió a nuestro nacimiento, e incluso antes nos conocía por nuestro nombre. Y cuando muramos también estará muy cerca de nosotros para conducirnos a su presencia, en donde disfrutaremos de su presencia bienaventurada, sin sombra alguna.
Lectura: 2 Samuel 11 – Hechos 3 – Salmos 24:1-6 – Proverbios 10:3-4