Sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando se ha manifestado Jesucristo. 1 Pedro 1:7
El señor al que ama, disciplina. Hebreos 12:6
¿Acero templado o chatarra sin valor?
El viejo Herrero creyente le gustaba hablar de su fe a sus clientes. Cierto día uno de ellos le preguntó: explícame por qué tu Dios, de quien dices que es todo amor, ha permitido que pases por tantas pruebas.
Recogiendo un trozo de hierro, el herrero respondió: para que esté trozo de hierro sea útil es necesario que se vuelva resistente. Para ello lo paso por el fuego a una temperatura muy alta. Después lo pongo en el yunque y lo martilleo una o dos veces. Se resiste, lo sumerjo en el agua, a continuación lo vuelvo pasar por el fuego y nuevamente lo pongo en el yunque. Con este proceso llamado temple, el hierro se endurece y puedo sacar algo útil. Pero si no soporta el proceso, lo echo al montón de chatarra. Asimismo, Dios me pone a prueba para ver si soporto el temple. Acepto mis dificultades lo más tranquilo posible y oro cada día: señor pruébame si es necesario, sea como sea fortalece mi fe.
Está claro que Dios tiene compasión de nosotros, sus hijos; no nos rechaza como un trozo de hierro inútil. Pero él permite que pasemos por dificultades, incluso por "el fuego" precisamente para consolidar nuestra fe y formarnos para su servicio. Así nos volvemos más fuertes por medio de las pruebas, si dejamos que el señor nos transforme. No nos desanimemos; más bien pongamos la mirada en el objetivo.
Lectura: 2 Samuel 10 – Hechos 2 – Salmos 23 - Proverbios 10:1-2