NUESTRA CONCIENCIA ES NUESTRO SEXTO SENTIDO




Aunque de nada tengo mala conciencia, no por eso soy justificado.  1 Corintios 4:4

Procuro tener siempre una conciencia sin ofensa ante Dios y ante los hombres.  Hechos 24:16


Nuestra conciencia es nuestro sexto sentido
Se cuenta que un capataz, al que se le reprochaban defectos de fabricación, respondió lo siguiente: «Mi conciencia no me hace ningún reproche». Esta respuesta no cambió en nada el veredicto del juez, quien le replicó: «¡Su conciencia no está construida como la mía!».

La conciencia es el sentido moral de lo que es justo y de lo que es injusto; constituye una parte de nuestro ser, como la inteligencia y la voluntad. Ella es la voz interior que dice con autoridad: «Esto está bien, y esto está mal». Pero tengamos presente que no es absoluta, y no siempre es fiel. Necesita ser enseñada y guiada por unas reglas, así como el capitán de un navío necesita una brújula (y hoy un GPS) para conducirse en el mar.

Esta brújula es la Biblia, la Palabra de Dios. Ella declara que Dios es santo: “muy limpio eres de ojos para ver el mal” (Habacuc 1:13), y nos muestra lo que Dios considera como pecado. También ofrece el remedio al mal, gracias a la obra de Jesucristo en la cruz. Para los que han sido justificados por medio de la fe en Cristo no hay ninguna condenación (Romanos 8:1).

La conciencia es como un sexto sentido. Apoyado en la Palabra de Dios, el creyente podrá juzgar sanamente y a la luz divina acciones, pensamientos, móviles o motivaciones profundas. ¡Pero cuidado!, alguien dijo: «La conciencia es como un perro guardián, que de tanto ver pasar a las mismas personas, ya no les ladra más».