SERÁS LIBRE



Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos. Juan 15:13
Jesús… se dio a sí mismo en rescate por todos. 1 Timoteo 2:6

Serás libre

Turkela era un joven cristiano quien debido a su fe se hallaba prisionero en un campo de trabajos forzosos soviético. Compartía la celda con Iván, un criminal lleno de amargura. Desde su infancia éste sólo había experimentado rechazo, injusticia y odio, pero en esa celda encontró a alguien que manifestaba esperanza, amor y calor humano. Poco a poco Iván empezó a confiar en Turkela; luego se hicieron amigos. Durante las largas tardes invernales, Turkela hablaba de la fe en Jesucristo a su nuevo amigo: «Puedes hacer la prueba tú mismo; Cristo puede liberarte de esas cosas a las que estás esclavizado. ¡Pídeselo!».

Un día los prisioneros se rebelaron. La represión fue rápida y terrible: entraron soldados en el campo, mandaron que los detenidos se pusiesen en fila, y cada décimo preso tuvo que avanzar hacia los soldados para ser fusilado. Turkela estaba justo detrás de su amigo. Mientras los soldados contaban, Turkela calculó rápidamente que Iván sería el número diez.

Sólo quedaban algunos segundos. Turkela tomó la mano de su amigo, murmuró: «¡Vas a ser libre!», y cambió su lugar por el de Iván. Un instante después Turkela clamó con voz potente y clara: «¡Diez!», y dio un paso hacia adelante. Turkela fue ejecutado, pero su fe continuó viviendo en ese amigo por quien había dado su vida. A partir de ese momento Iván no pudo seguir viviendo sin Jesús, quien había hecho que Turkela diese su vida por él.

Ese mismo Jesús también dio su vida por usted. “Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8).

¡ME EQUIVOQUÉ!



… Hipócrita, saca primero la viga de tu propio ojo… Lucas 6:42

¡ME EQUIVOQUÉ!

Algunos de nosotros somos prontos para encontrar falt5a en otros creyentes. En el nombre del “aliento” o la “exhortación”, señalamos los pecados y las faltas de nuestros hermanos en Cristo sin ver nuestras propias faltas ni culpa. (Luc 6: 37-42)

Me acordé de eso cuando escuché lo que le sucedió a una mujer. Estaba conduciendo por las calles tarde una noche cuando un auto que venía en dirección contraria dobló a la izquierda frente a ella. La mujer tocó la bocina para que la otra persona supiera lo cerca que estuvo de causar un accidente por su descuido.

Cuando estacionó su auto minutos después, el mismo auto se detuvo junto a ella y el conductor salió. “la próxima vez que le toque bocina a alguien – le dijo – tal vez debería asegurarse de que tiene las luces encendidas” En su prisa, la mujer había olvidado encender las luces. Estaba convencida de que él estaba equivocado que nunca vio su propio error. Ella era la que por poco había causado un accidente.

Muchas veces actuamos de manera similar. Somos prontos para juzgar la conducta de otros y señalar su error. Jesús prefiere que examinemos nuestras vidas y seamos prontos para decir: “me equivoqué. Por favor, perdóneme”.

SÉ PRONTO PARA JUZGARTE A TI MISMO Y LENTO PARA JUZGAR A LOS DEMÁS.

JUAN 14:14

"Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré." Juan 14: 14.

¡Qué promesa tan amplia! ¡Algo! Ya sean grandes o pequeñas, todas mis necesidades están cubiertas por esa palabra "algo". Ven, alma mía, con libertad delante del propiciatorio, y oye a tu Señor cuando te dice: "Abre tu boca, y yo la llenaré".

¡Qué promesa tan sabia! Siempre hemos de pedir en el nombre de Jesús. A la vez que esto nos alienta, también lo honra a Él. Este es un argumento constante. Ocasionalmente cualquier otro argumento es oscurecido, especialmente aquellos que podríamos sacar de nuestra propia relación con Dios, o nuestra experiencia de Su gracia; pero en momentos así, el nombre de Jesús es tan poderoso en el trono como siempre, y podemos argumentarlo con plena seguridad.

¡Qué oración tan instructiva! No podría pedir nada a lo que Cristo no pudiera poner Su mano y Su sello. No me atrevería a usar el nombre de mi Señor para una petición egoísta o caprichosa. Sólo puedo usar el nombre de mi Señor para oraciones que Él mismo diría si estuviese en mi caso. Es un gran privilegio que seamos autorizados a pedir en el nombre de Jesús como si el propio Jesús lo pidiera; pero nuestro amor a Él no nos permitiría nunca interponer ese nombre donde Él no lo pondría.

¿Estoy pidiendo lo que Jesús aprueba? ¿Me atrevería a poner Su sello a mi oración? Entonces ya tengo lo que busco del Padre.

SALMO 121:4

"He aquí, no se adormecerá ni dormirá el que guarda a Israel." Salmo 121: 4.

Jehová es "el Guarda de Israel". Ninguna forma de descuido se introduce clandestinamente en Él, ni el más profundo sueño ni el más ligero reposo. Nunca deja de vigilar la casa y el corazón de Su pueblo. Esta es razón suficiente para que descansemos en perfecta paz. Alejandro decía que él dormía porque su amigo Parmenio velaba; con mayor razón deberíamos dormir porque nuestro Dios es nuestro guarda.

"He aquí" es introducido aquí para llamar nuestra atención a esta verdad alentadora. Israel, cuando tenía una piedra por almohada, se durmió; pero su Dios estaba despierto y vino en visión a Su siervo. Cuando estemos indefensos, el propio Jehová cubrirá nuestras cabezas. 

El Señor guarda a Su pueblo como un hombre rico guarda su tesoro, como un capitán guarda una ciudad con una guarnición, como un centinela mantiene la custodia de su soberano. Nadie podría dañar a aquellos que están bajo esa custodia. Quiero poner mi alma en Sus amadas manos. Él no nos olvida nunca, no cesa nunca de cuidarnos diligentemente, y nunca se considera incapaz de preservarnos.

Oh mi Señor, guárdame, para que no me descarríe y caiga y perezca. Guárdame, para que pueda guardar Tus mandamientos. Por Tu cuidado vigilante impide que duerma como el haragán, y que perezca como aquellos que sueñan el sueño de la muerte.

ÉXODO 8:23

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"Y yo pondré redención entre mi pueblo y el tuyo. Mañana será esta señal." Éxodo 8:23.

Faraón tiene un pueblo y el Señor tiene un pueblo. Estos pueden cohabitar, y parecería que les va igual a ambos, pero hay una división entre ellos, y el Señor la hará manifiesta. Un evento no sucederá de igual manera para todos a perpetuidad, sino que habrá una gran diferencia entre los hombres del mundo y el pueblo de la elección de Jehová.

Esto podría ocurrir en el tiempo de los juicios, cuando el Señor se convierta en el santuario de los santos. Es muy conspicuo en la conversión de los creyentes cuando su pecado es quitado, mientras los incrédulos permanecen en la condenación.

A partir de ese momento ellos se convierten en una raza distinta, se someten a una nueva disciplina, y gozan de nuevas bendiciones. Sus hogares, a partir de ese momento, están libres de la gravosa caterva de males que contaminan y atormentan a los egipcios. Son protegidos de la contaminación de la lascivia, de la mordedura del afán, de la corrupción de la falsedad, y del cruel tormento del odio, que devora a muchas familias.

Ten la seguridad, atribulado creyente, que aunque tengas tus aflicciones, eres salvado de enjambres de peores aflicciones que infestan los hogares y los corazones de los siervos del Príncipe de este mundo. El Señor ha puesto una división; tú has de mantener esa división en espíritu, en metas, en carácter y en las compañías que frecuentas.

Números 23:9

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"He aquí un pueblo que habitará confiado, y no será contado entre las naciones." Números 23: 9.

¿Quién querría habitar entre las naciones, y ser contado entre ellas? Vamos, inclusive la iglesia profesante es de naturaleza tal, que resulta sumamente difícil seguir plenamente al Señor dentro de su seno. Hay tal mezcla e influencia que uno suspira con frecuencia anhelando "una cabaña en algún vasto desierto."

Es muy cierto que el Señor quiere que Su pueblo siga un camino de separación con relación al mundo, y que salga decidida y claramente de él. Somos apartados por el decreto, la compra, y el llamado divinos, y nuestra experiencia interior nos ha conducido a diferir grandemente de los hombres del mundo; y por eso, nuestro lugar no está en su Feria de las Vanidades, ni en la Ciudad de la Destrucción, sino en el camino angosto por el que todos los verdaderos peregrinos deben seguir a su Señor.

Esto no sólo debe reconciliarnos con los escarnios y los desprecios del mundo, sino conducirnos a aceptarlos con placer, como parte de nuestra porción del pacto. Nuestro nombres no están registrados en el mismo libro, no provenimos de la misma simiente, no estamos ligados al mismo lugar, ni estamos confiando en el mismo guía, por tanto, está bien que no seamos contados con ellos. Basta con que estemos en el número de los redimidos, y estaremos contentos de ser extravagantes y solitarios hasta el fin del capítulo.

JUECES 13:23

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"Si Jehová nos quisiera matar, no aceptaría de nuestras manos el holocausto y la ofrenda, ni nos hubiera mostrado todas estas cosas, ni ahora nos habría anunciado esto." Jueces 13: 23.

Este es un tipo de promesa deducida por lógica. Es una inferencia extraída válidamente de hechos comprobables. No era probable que el Señor hubiera revelado a Manoa y a su mujer que les nacería un hijo, y sin embargo, que tuviera en Su corazón el propósito de destruirlos. La mujer razonó bien, y haríamos bien si siguiéramos su línea de argumentación.

El Padre ha aceptado el grandioso sacrificio del Calvario, y ha declarado que está muy complacido con él; ¿cómo podría tener ahora la intención de matarnos? ¿Por qué existiría la necesidad de un Sustituto si el pecador debe morir? El sacrificio aceptado de Jesús pone un fin al temor.

El Señor nos ha mostrado nuestra elección, nuestra adopción, nuestra unión con Cristo, nuestras bodas con el Amado: ¿cómo podría destruirnos ahora? Las promesas están cargadas de bendiciones que exigen que seamos preservados para vida eterna. No es posible que el Señor nos deseche, y sin embargo, que cumpla con Su pacto. El pasado nos asegura, y el futuro nos reasegura. No moriremos, sino que viviremos; pues hemos visto a Jesús, y en Él hemos visto al Padre por medio de la iluminación del Espíritu Santo. Por causa de esta mirada que genera vida, hemos de vivir para siempre.