El Señor estuvo a mi lado y me dio fuerzas… Así fui librado de la boca del león.
2 Timoteo 4:17
Su presencia
En nuestra vida los vínculos más estrechos pueden romperse. La distancia aleja, el tiempo separa y la muerte hace derramar lágrimas. Pero hay un Amigo que viene a decirle: “No te desampararé, ni te dejaré” (Hebreos 13:5).
Cristiano afligido que llora porque su felicidad se cambió en tristeza, escuche este mensaje divino. Su tesoro desapareció, pero Cristo, quien se lo había dado, permanece. Abandónese a él; piense en aquel que quiere estar a su lado, quien no le fallará jamás. Cuando salga el primer rayo de luz, él estará cerca de usted, y cuando la noche le rodee, seguirá a su lado. Cuando no le venga el sueño y las imágenes de aquellos que lo dejaron le vuelvan a la mente, él, el buen Pastor, estará a la vera de su cama y le murmurará al oído: “No temas, porque yo estoy contigo” (Isaías 43:5).
Esa es la visita del Amigo fiel, visita que quiere alargar hasta su pronta venida para llevarlo a su perfecta felicidad. Jesús llora con usted así como lo hizo en otro tiempo con las hermanas de Betania que pasaban por momentos de duelo (Juan 11:35). Él conoce su tristeza y simpatiza con ella, al mismo tiempo que le enseña a conocerle mejor, a confiar en él. Él le dice: “Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad” (2 Corintios 12:9).
¿Por qué no le diría hoy: “Tus consolaciones alegraban mi alma”?
Lectura: Ezequiel 9 – Hechos 19:1-22 – Salmos 33:1-9 – Proverbios 11:17-18