Devocional 2011-06-09



Dios, Dios mío eres tú; de madrugada te buscaré; mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, en tierra seca y árida donde no hay aguas.
Salmo 63:1


El oxígeno del creyente
Una pequeña araña de zonas pantanosas, llamada argironeta o araña acuática, vive bajo el agua como un buzo. Allí, entre las plantas acuáticas, teje una especie de campana de inmersión impermeabilizada que llena de aire. Esta araña de agua sube a la superficie regularmente para ir a buscar oxígeno en forma de pequeñas burbujas que transporta en los pelos hidrófugos de su abdomen.
De este modo llena de aire su habitáculo submarino en donde vive y se reproduce.
Creyentes, tomemos el ejemplo de este pequeño insecto. Somos llamados a vivir, a trabajar, a criar a nuestros hijos en un mundo en donde la atmósfera moral a menudo es irrespirable. La Biblia nos dice que el mundo está sumergido en el mal (1 Juan 5:19).
Para sobrevivir en un entorno así necesitamos subir regularmente a la superficie, a fin de renovar nuestra provisión de aire celestial, sin el cual nos asfixiaríamos. La lectura regular de la Biblia y la oración nos permiten mantener nuestra relación con el cielo. Si nos falta este «oxígeno» del cielo, nuestra alma corre el riesgo de debilitarse, pues lo necesita constantemente. Incluso antes de empezar nuestras actividades diarias, tomémonos el tiempo necesario para alimentar nuestra alma de la Palabra de Dios. Las reuniones cristianas, ahí donde Jesús ha prometido su presencia (Mateo 18:20), son también lo que podríamos llamar «campanas de oxígeno». ¡Visitémoslas con regularidad!
Lectura: 2 Samuel 12 – Hechos 4 – Salmos 24:7-10 – Proverbios 10:5- 6