Respondió Jesús y le dijo: lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; mas lo entenderás después. Juan 13:7.

Yo también sé que les irá bien a los que a Dios temen, los que temen ante su presencia. Eclesiastés 8:12.



Confianza
Jesús se había retirado con sus discípulos a un monte (Juan 6). Una gran multitud lo había seguido y todos tenían hambre. Pero, ¿cómo alimentar a tanta gente? Uno de los discípulos, Felipe, hizo cálculos y concluyó que comprar pan por 200 denarios no sería suficiente. Andrés, otro discípulo, comentó: “ aquí está un muchacho, que tiene cinco panes de cebada y dos pececillos; mas ¿qué es esto para tantos?" (Juan 6:9). Parece que ya habían olvidado los primeros milagros que Jesús había hecho. Él escuchaba... sabía muy bien lo que haría, pero puso a prueba la fe de sus discípulos e hizo un nuevo milagro: multiplicar los panes.
En otra ocasión Jesús se enteró de que su amigo Lázaro de Betania estaba enfermo y espero dos días antes de responder al llamado de las hermanas de este. Sin duda ni los discípulos, ni Marta ni María comprendieron ese retraso. Pero el señor sabía lo que iba a hacer, porque pudo decir: "esta enfermedad no es para muerte, si no para la gloria de Dios, para que él Hijo de Dios sea glorificado por ella" (Juan 11:4). No iba a curar a un enfermo sino a resucitar a un muerto, para mostrar de una manera más resplandeciente la gloria de Dios.
Estos ejemplos nos animan a confiar plenamente en el señor Jesús, cuyo poder es infinito. Él sabe de qué cosas tenemos necesidad (Mateo 6:8). Sólo Él puede alimentar nuestro ser interior, sólo en Él es la fuente de vida.
Lectura: 1 Samuel 31 - Mateo 23 - Salmos 19:11-14 - Proverbios 7: 24-27