La paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.
Romanos 6:23
Al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado.
Santiago 4:17
La fuerza del regalo
¿Es difícil aceptar un regalo? En cierto modo sí, quizá porque hay que deshacerse de la mentalidad de un mundo en donde todo se compra o se merece. En cambio, en el ámbito espiritual, nunca podré encontrar la felicidad si permanezco en una lógica de méritos, de derechos y de deberes. Esta lógica quizá sea muy común en nuestra sociedad, pero para entrar en el reino de Dios tengo que superarla.
«Ser cristiano» no es cumplir primeramente con un deber o hacer buenas obras. No, lo primero es recibir los dones de Dios. Su don supremo es su Hijo Unigénito, Jesús (Juan 3:16). Ser cristiano es, por lo tanto, haber creído en él. Entonces confieso mis pecados y recibo el perdón y la vida eterna. Y, a pesar de mis faltas, aunque esté en lo más profundo de la tristeza y de los sufrimientos, Dios me levanta, me sostiene, me libera y me da la fuerza para seguir al Señor.
A partir de ese momento podré aprender a dar de modo desinteresado, por amor. “El justo da, y no detiene su mano” (Proverbios 21:26). No se trata sólo de ser honesto, sino también de compartir y dar. Seré justo si acepto que lo que tengo pertenece a Dios, quien lo puso en mis manos. Uno puede ser honesto y egoísta a la vez… En la Biblia leemos: “De gracia recibisteis, dad de gracia” (Mateo 10:8). “El que da al pobre no tendrá pobreza”. “El alma generosa será prosperada; y el que saciare, él también será saciado” (Proverbios 28:27 y 11:25).
Lectura: 2 Samuel 23 – Hechos 12 – Salmos 29:7-11 – Proverbios 10: 29-30