Devocional 2011-07-19


Señor… me he comportado y he acallado mi alma como un niño destetado de su madre. Salmo 131:1-2

Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros. 1 Pedro 5:7

Como un niño.

El niño acurrucado en el pecho de su madre es la representación de la confianza y del bien­estar. Está satisfecho más allá de todo lo que pudiese desear. Esto es así para todo niño que tiene el privilegio de tener una madre buena y cariñosa. Pero cuando el niño crece, a menudo esa sensación de bienestar se ve reemplazada por la inquietud, pues tiene que entrar y arreglárselas en el turbado mundo de los adultos.

¿Esta paz sólo existe en la infancia? Algunos creen que sí. Las condiciones de la vida moderna son muy estresantes para muchos, y eso a pesar de los avances de la ciencia y de la tecnología que aseguran una comodidad innegable y cierta seguridad.

¡Pero incluso en un mundo turbado, todavía es posible experimentar la paz! Por la fe en Jesucristo tenemos paz con Dios y pasamos a ser sus hijos. Es un Padre lleno de compasión y nos cuida. Nada se escapa a su control. Conducidos por Jesús hacia esta feliz relación con su Padre, aprendemos a gustar la paz, la paz de Dios.

Entonces podemos abandonar todo aquello que nos turbe: el sentimiento de culpabilidad, el orgullo, la inquietud, los celos y muchas cosas más. De este modo podemos vivir por la fe, bajo la mirada de Dios. La paz rebosará de nuestro corazón y la serenidad llenará nuestro espíritu.

Lectura: 2 Samuel 22:31-51 – Hechos11 – Salmos 29:1-6 – Proverbios 10:27-28