Cristo Jesús... es nuestra paz. Y vino y anunció las buenas nuevas de paz.
Efesios 2:13-14, 17
Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo. Romanos 5:1
Una paz posible
Los políticos y dirigentes que aspiran a una pacificación mundial hablan mucho de paz y trabajan activamente para conseguirla. Sin embargo, los conflictos se duplican en muchas regiones del mundo. De forma global, la situación del mundo se deteriora. El mundo es el conjunto de hombres, mujeres y niños que viven en él. La verdadera causa de esta situación alarmante se halla en el corazón incurable del ser humano.
Sin embargo, en medio de este contexto sombrío y triste subsiste un rayo de luz y de real alegría. Cada uno puede sentir en su interior esta paz, ausente hoy en el mundo. Jesús nos la ofrece: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da” (Juan 14:27). La paz que Jesús da es primeramente la paz con Dios. Nuestras iniquidades y pecados habían hecho una separación entre Dios y nosotros (Isaías 59:2); y por nosotros mismos no podíamos hacer nada. Pero Jesús hizo “la paz mediante la sangre de su cruz” (Colosenses 1:20), de modo que sólo nos queda aceptarla con fe, a fin de beneficiarnos de ella. De esta paz también se desprende la seguridad, para el creyente, de que “a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien” (Romanos 8:28).
La paz que Dios ofrece no descansa en la capacidad del hombre, sino en el amor invariable de Jesús.
Lectura: Ezequiel 13 – Hechos 21 – Salmos 34:7-14 –Proverbios 11:25-26